César Javier Palacios

Siddhartha
Todo lo que somos es el resultado
de lo que hemos pensado.
La mente lo es todo.

César Javier Palacios

¿Por qué las cosas duran cada vez menos?
Apenas un mes después de la Navidad, la mayoría de los juguetes de mis hijos ya no funcionan. O se han roto o resulta imposible repararlos. Lo mismo ocurre con el móvil, es más barato comprar uno nuevo que cambiarle la batería. Y con la impresora, cuyo cartucho resulta más caro que todo el aparato completo, incluido el cartucho. ¿Por qué las cosas duran cada vez menos? La respuesta es evidente: han sido diseñadas para romperse en poco tiempo, para quedarse anticuadas en unos meses, para empujarnos en esta loca carrera del consumo compulsivo. Se llama “obsolescencia programada” y está provocando el mayor derroche de recursos de todos los tiempos.
Comprar, tirar, comprar” es un documental recientemente emitido por Televisión Española (TVE 2) donde se descubren los orígenes de este maquiavélico diseño industrial, motor de la economía global y azote del planeta. Una práctica empresarial surgida a comienzos del siglo XX que reduce de forma deliberada la vida de los productos para incrementar su consumo porque, como ya instruía en 1928 una influyente revista de publicidad norteamericana,
“un artículo que no se desgasta es una tragedia para los negocios”.
Empezaron con las bombillas. Todavía hay una en un parque de bomberos de California que lleva encendida ininterrumpidamente desde 1901 [la puedes ver a tiempo real en una webcam], pero se modificó el exitoso diseño inicial para que no duraran más de 1.000 horas. Lo mismo se hizo con las medias de nylon. Las primeras no se rompían ni a mordiscos y ahora no resisten una mañana sin hacerse carreras y acabar en la basura. La moda rápida nos ha troquelado aún más en este despilfarrador comportamiento del usar y tirar, en el deseo de tenerlo todo un poco más nuevo, un poco mejor, un poco antes de lo necesario.
El consumo nos dará la felicidad, o no, pero producirá miles de toneladas de desechos cuidadosamente programados para terminar en el vertedero. Y a este ritmo, queridos amigos, nuestra sociedad se acercará demasiado pronto a su fecha de caducidad.